Lecciones acerca del „Winterblues“

Escuchas en las noticias que ya está aquí la primavera y no sabes a qué lugar se refieren pero estás segura de que no es donde tú estás? ¿Ya amanece más temprano y te vistes más ligero pero sigues sintiendo frío? ¿Ves a cada vez más locos de „shorts“ y empiezas a creer que tú eres quien está enlocqueciendo? Los ves comer helado y piensas que el helado sigues siendo tu? ¿Estás harto de llevar encima el abrigo, pensaste que finalmente podrías andar de manga corta y hoy otra vez está nublado y el viento sigue doliendo aunque brilla un poquito más el sol? ¿Has subido de peso?

Hoy toco el tema del invierno, porque aunque ya estamos de salida, este es el tiempo que en mis primeros años aquí me ha resultado más difícil y que veo que muchos siguen pasando por esto.

La primera vez que ví nevar fue en Canadá. El grupo de Alemanes paralelo al nuestro, se asomaban por las ventanas para ver al grupo de mexicanos que abría la boca viendo hacia arriba, jugando guerritas con bolitas de nieve,  probándola y corriendo al interior cada 5 minutos antes de sufrir hipotermia con su vestimenta inadecuada.

Me enamoré desde el primer segundo del ruido de la nieve fresca bajo mis pies, el tronido del hielo que está debajo, de esos paisajes cubiertos por ese manto blanco que les presta magia por un rato, el paso de la niebla que hace que los árboles refelejen los rayos de sol como si estuvieran cubiertos de azúcar, la forma única de cada cristal de hielo que inspira los adornos de Navidad, y de ese ambiente del bosque sordo y hueco por la absorsión del sonido en la nieve.

El día que mis compañeras y yo vimos sol y cielo azul, pensamos que podíamos salir a una feria indusrial de vestidito y zapatos abiertos. De casualidad, a una se le ocurrió en el camino a pie, que a la vuelta vivía una compañera del college. La que mientras abría la puerta nos lanzaba cobijas, suéteres y té y nos gritaba que lo que hacíamos era de vida o muerte.

El premio de esa osadía fue un dolor que no le deseo ni a mi peor enemigo. Subí y bajé toda la noche las escaleras del student residence del Humber College porque no podía estar sentada, parada, ni acostada. Hasta que Gudrun una compañera Alemana, me dio ese té horroroso vuelve a la vida. Una cistitis. !Bienvenida al invierno!

Cuando llegué a Alemania me emocionaba raspar el hielo de mi parabrisas y todo ejercicio de ese curso de manejo para invierno para saber qué hacer en caso de perder el control del coche yendo al trabajo. Qué emocionante derraparse en los simulacros.

Como el ying y el yang, pasó la euforia y llegó el día a día. En pleno invierno las 3 de la tarde que oscurece, me sentía cansada como a media noche, sentir frío me hacía no querer salir. No quería ni abrir una ventana. Si lo hacía y me sorprendían el atardecer y los cuervos posándose las ramas desnudas de los árboles, me sentía como en aquella película de Alfred Hitchcock. Sentía tristeza absoluta cuando veía las fuentes vacías y que aparentemente todo estaba cerrado…

¿Te identificas en algún punto o en varios? El „Winterblues“ es muy normal para todos. Quienes no venimos de lugares con estaciones del año tan marcados lo vivimos a veces más intensamente. La buena noticia es que hay muchas cosas que podemos hacer y que he aprendido en mis estancias en inviernos de países diferentes y te dejo aquí abajo.

Primero, las cosas básicas y lógica pero de vida o muerte:

  1. Lección muy clara de Canadá: Nunca te dejes llevar por la óptica del tiempo y por Dios, consulta la temperatura antes de poner un pie fuera casa.
  2. Abriga tus manos, cabeza inclusive orejas, pies y riñones como partes estratégicas de tu cuerpo. Hay accesorios de angora, si eres muy friolento/a para las rodillas, para los riñones…  Esta fue la solución a mi sensación de estar embarada (agujetas) de la espalda, ya que me  tensaba por tener frío. Ahora hay muchos materiales funcionales como por ejemplo el Thinsulate que son delgados y ligeros pero muy efectivos
  3. Nunca pises las coladeras!

Para que el Winter Blues no te gane la batalla:

  1. Lección de Canadá: Se consciente de que no sabes si habrá un verano como el que tú conoces. Pero el invierno llega seguro. Planea una actividad invernal que te divierta, te haga salir y en condiciones normales, manterner contacto,
  2. Lección Alemana hasta los huesos: “Es gibt kein schlechtes Wetter, sondern schlechte Kleidung.“ Es decir, no hay mal tiempo, sino ropa inadecuada. Si te esperas a que haya buen tiempo para salir, tendrás que ser muuuuy paciente.
  3. También en Alemania, toma muuuuuucha agua! Si como yo, conectas la sed con calor, cuidado!! La calefacción te deshidrata!
  4. Salir todos los días de día. Respirando aire fresco,tu sistema inmune se activa. Ni en Canadá ni aquí en Alemania he visto que la gente lleve la bufanda sobre la boca o la nariz.  Si quieres bajar de peso, ideal. Cuando hace frío, tu cuerpo quema mucho más calorías!
  5. Revisa tus niveles de Vitamina D y si están bajos, ingiere dicha vitamina! Las pocas horas de luz y la vestimenta evitan su producción. La falta de ella provoca depresiones y degeneración de huesos.
  6. Yo no lo he probado pero si te falta luy puedes hacer una terapia de luz. Hay lámparas de calidad aprobada con un determinado nivel de lux para este efecto.

¿Tienes alguna pregunta o quieres compartirme tu estrategia contra el Winterblues? Me alegro! Puedes dejarme tu mensame en los comentarios.

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