Error de principiante – 13.01.2019

De hecho estoy enferma y con las ganas de un convaleciente, pero el viaje ya estaba comprado. Una pareja de amigos había logrado convencernos de hacer un crucero por las Islas Canarias. En ese momento me encontraba en la disyuntiva de aclarar cuándo sería mi último día de trabajo antes de la pausa. En ese momento añoraba con todo mi ser tener un descanso.

Pocos días después, estamos empacando las maletas, cosa que nunca ha sido mi ejercicio favorito. Y sin embargo, nunca me ha pesado más que está vez. Hoy quisiera quedarme toda la semana durmiendo, apagarme y olvidarme de todo lo que me agobia… Al mismo tiempo, me alegra el cambiar un poco de aires. Así que llego a la conclusión, de que no son las ganas de viajar las que me faltan, sino que mi batería está definitivamente vacía.

El despegue es a las seis de la mañana y hemos logrado dormir un par de horas. Las maletas ya están listas y dejé anoche una muda de ropa en el pasillo, incluyendo hasta el cinturón para no perder ni un segundo. Esperamos no olvidar nada porque a esa hora es un castigo regresar por algo subiendo escaleras hasta el tercer piso. Nevando es mejor no correr.

Aún está oscuro cuando después de cuarenta minutos de recorrido, llegamos al estacionamiento del aeropuerto en Stuttgart. Nuestros amigos provenientes de las cercanías de Múnich también vienen llegando. Un par de minutos después, estamos frente al mostrador para entregar el equipaje. Ahora ya no te atiende nadie más que una máquina. Mientras la fila se hace más corta frente a nosotros cuatro, busco mi identificación dentro de mi mochila. Saco mi cartera y no está donde yo la espero. Entre más compartimentos de mi cartera reviso, más calientes siento las orejas y más calor me da a pesar de que está helando. Intento concentrarme y pensar. Quizá pude haberla guardado en la mochila… No. Definitivamente no la tengo conmigo. Y mi mente empieza a recorrer todas las alternativas. ¡No encuentro mi identificación!

Suponiendo que está en casa no lo lograremos ni soñando antes del abordaje… Se me cae la cara de vergüenza al decir: “ no traigo identificación…” Quisiera desaparecer… Nuestros amigos me miran incrédulos mientras pongo la mochila de cabeza. Me piden que no bromee pero es la verdad. No puedo explicarme lo que hice ayer en la noche mientras escombraba la cartera para poner las cosas que necesito para el viaje. Me queda claro que recordar en este momento qué fue lo que hice, no me ayuda a solucionar la situación. Me viene a la mente que alguna vez que me robaron el pasaporte, me habían ayudado en la estacón de policía de ese mismo aeropuerto. Es lo único que puedo intentar para poder tomar el vuelo.

Mi esposo prefiere no opinar. Me queda claro que no tiene nada positivo que decirme. Nos mandan de aquí para allá para al final darnos cuenta que la hemos pasado ya dos veces porque el mostrador de la polcía no se ve entre los mostradores de varios servicios. El colmo es que a esta hora ya hay cola. Delante de mí, una familia con el mismo problema. Olvidaron el pasaporte de su hijo. El policía… ¡Se mueve en cámara lenta! Quedan treinta minutos para el despegue. Sólo podré abordar si logro que me el buen hombre me dé un pasaporte provisional. ¡No me molesto siquiera en pensar cuánto costará la gracia! ¡Me corroe la impaciencia y me provoca saltar el mostrador, entrar a esa oficina, y arrebatarle la computadora a ese caracol disfrazado de servidor público!
Nuestros amigos se acercan a nosotros al mostrador de la policía. Ya han documentado el equipaje. Les pedí que lo hicieran para ganar tiempo. Si las maletas están a bordo, la aerolínea espera un poco para evitar descargar el equipaje. Mientras tanto, reflexiono que la situación es el resultado de la presión de los últimos meses afectando mi concentración y enfoque.

Finalmente el policía me atiende de mala gana y me hace la pregunta del millón: “¿Es usted de nacionalidad Alemana?” Hmmm… Respiro muy prufundo y trato de contar hasta mil en cinco segundos. Me pregunto:¿Qué es lo que me hubiera motivado a dirigirme a la policía alemana por un pasaporte temporal si no tuviera dicha nacionalidad? Alguien sin la nacionalidad Alemana, tendría únicamente la posibilidad de denunciar pérdida o robo. ¡Ahora me provoca saltar el mostrador y ahorcar al hombre! En fin, me tranquilizo pensando que si este señor fuera más brillante, obviamente estaría desempeñando otra tarea. En fin, a pesar de darme la impresión de que el policía hubiera preferido no otorgarme una pasaporte provisional, tuvo que hacerlo.

Llenar el burocrático formulario, toda la paciencia del mundo, ocho Euros, vergüenza infinita y el resto de los nervios que me quedaban han sido el precio para iniciar este vuelo por cometer este error de principiante. Después de esto tendré fama para rato…

¿A quién le importa? hora de abordar!

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